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jueves, 26 de julio de 2018

El fruto de la Rosa

¡Y cuál ay!, ¡Si tus labios me desangran, gota a gota, por haber probado el amor prohibido de tu boca!
Aunque el alma me quede cubierta de espinas, por haber profanado el templo sagrado de tu rosa, me volveré el jardinero protector de tu fragilidad, para verte crecer día a día.
Y aunque la última espina que te defienda a muerte, se vuelva la daga, que se clave en mi corazón. Caeré sobre tu lecho, para fertilizar tus esperanzas, con el poco aliento que me quede de vida... Con mi último suspiro de pasión.
Mi tumba será tu tierra eterna, que se volverá tu Paraíso y tu Edén.
Y cuando me convierta en aire fresco, te abrazaré en el silencio de tu voz. Acariciaré tus manos... Aquellas hojas verdes, que te recubrirán con amor.
Pero antes de partir, besaré tus delicados pétalos, para que florezcan con sumo explendor. Y con el paso del tiempo, derán el fruto más hermoso de toda la creación.