Me cansé de esperar a alguien, que libre mi necesidad de
sentir, el rose de una piel que no desprecie lo que soy.
Me harté de esperar, pero nunca intentar gritar, lo que mis labios, enmudecieron en esa espera.
Y este noble corazón, allí quedó, cautivo por mi silencio, muriendo por mi estupidez.
Culpé a todo el mundo, por mi infelicidad;
Por este pasado, que permanece vivo y latente, en cada rincón de mi ser.
Ahora no puedo culpar
a una sola persona, por decidirme a buscar, y que me vaya mal.
Pero la soledad aun esta adherida a mi ser, creando la peor
simbiosis. Pero mi cabeza no logra entender. No logra entender la diferencia entre intentar
crear y vivir para imaginar.
Hay algo más fuerte que vivir con miedo, a los
años en aislamiento. Y es el miedo a ser lastimado, como si yo no pudiese ser
alguien, que provoque una herida más cruel.
Que patética actitud de mi parte, refugiarme en la frialdad, por temor al misterio de lo que implica amar.
¡Ridículo papel de víctima! Como si en la morada de la
soledad, no hiriera a los demás, con mis excusas para no intentar.
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