Me he obligado a mi mismo, a lanzarme desde mi angustia, para caer en picada, hacia los lugares más oscuros de mi memoria. Pero traigo puesto paracaídas en mis momentos despiadados, y no puedo evitar perderme, en los jardines de mis hermosos instantes.
La presión me ahoga, pero siempre salgo a flote de sus inútiles intenciones.
Arañando mis neuronas, tratan de despertarme. Pero nadie detiene a un caballo libre, que galopa por su libertad.
Aunque me golpeen como fieras, con sus argumentos triviales, y me querían convencer con orgullo. No hay nada, que me impida salir corriendo, en busca de mi propia verdad.
Mi camino va trazado a mi semejanza. Y no podrán dirigir la brújula que yace encarnada a mi voluntad. Podrá faltarme su compañía, pero cuando esté solo, el aire no me va a faltar.
No es mañana cuando deberías estar haciéndolo. ¡Apresúrate antes de que raye el alba! Después será el momento en que, todo ser humano, deberá sentirse realizado por completo.
Seguidores
sábado, 8 de septiembre de 2018
Poesía IV
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario