Alejándome de tu toxicidad, de todo ese mal que me causaste, convenciéndote de que hacías bien. Pensabas que tenías motivos para menospreciarme y rebajarme, como si yo alguna vez te hubiese echo lo mismo. No fui perfecto, y reconozco que fallé... Pero jamás fue con maldad. No con esa seguridad que tenías, cuando me apuntabas con el dedo, para demostrarme tus razones, frente a los demás.
Y llegado a este punto... no dejo de pensar, que tus jugadas, por el contrario, fueron dañinas y mal intencionadas. Y una vez más, agaché la cabeza, como en otras tantas ocaciones. Me mordí la lengua, y por dentro, me consolé. Reflexioné y analicé... Y fue así que decidí ser feliz.
Escapé bien lejos, y dejé lo malo atrás.
Sabía muy bien de lo que era capaz, y lo mucho que valía. Asi que decidí compartir mi autenticidad, con alguien que la valorara, como yo la intenté valorar. Y sin obligar a que acepten mis pensamientos, tiré la mochila y mandé todo al carajo. Y por primera vez, después de tanto tiempo, de culpas impuestas y amarguras, sentí esa paz mental y volví a sonreír.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario