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domingo, 14 de febrero de 2021

En las fauces del lobo

No me veas así... Con esa mirada llena de incertidumbres... Con esa carita nostálgica y en pena, que estremece todo mi cuerpo. 
Erizas toda mi piel, cuando eres tú quien, me debería estar tieniendo miedo.
¡Tu inocencia te delata, tu quietud me espanta!
Se que quieres amarme, y deseas que te cuide como nadie lo ha echo.
A pasos de mí, te mantienes... Pero distante, a raya, para no arriesgar del todo tu pellejo.
Tienes miedo, y lo entiendo... lo persivo a kilómetros...Te siento.
Si tanto te preocupa ¿Por qué no sales huyendo?
Cuando estés entre mis brazos, ya no podrás escapar. ¡Desde ya te lo estoy adviertiendo!
No es que quiera verte sufrir. Porque, realmente te deseo. Pero quiero que seas solamente mío. Y si no es así, me volveré tu infierno.
Te estoy dando a elegir, cosa que conmigo, antes no habían echo. 
Si te enamoras, no quiero que me digas traidor. 
Te querré incondicionalmente, pero podrías perder tu libertad, por condenarte a una vida junto a mí.
¡Sal corriendo... Aún estás a tiempo!
¡O tu amor estará en las fauces del lobo!

jueves, 11 de febrero de 2021

Verso XXXIII

Eres un ángel precioso, un serafín destinado a la grandeza... A volar bien lejos.
Y yo que soy tan bestia, una fiera descontrolada... Con intenciones de devorarme todos tus sueños.
¿Pero qué maldición hasn puesto en nosotros?
¡Estás a punto de comer todos los pecados capitales, y yo por ser desterrado del infierno!

viernes, 5 de febrero de 2021

De madera

Corazón de madera, endurecido como roble, resistente como el alamo y firme como el ombú,
que echó raíces hace tiempo para no tumbarse jamás.
Seré viejo por apariencia, con cáscaras quebradizas que, demuestran las estaciones superadas. Pero sabio por la experiencia acumulada, tempestades tras tempestades.
Aunque me caiga un rayo no moriré, y por más herido que esté, una parte de mi volverá a revegetar. Lo sé... Algún día volveré a florecer.

jueves, 4 de febrero de 2021

De cristal

Fui arena tanto tiempo... libre e infinito, tanto como las estrellas y como el mar. 
¡Porque nadie ni nada podía contenerme, me sentía inalcanzable, imparable!
Y un día conocí a mi estrella, la que ilunminó mi esencia imperceptible, invisible a los ojos del mundo entero. Harto de ser pisoteado y de estar bajo los pies de otros, solo para conservar las huellas que dejaron marcadas en mí cuerpo... Para que desaparezcan con el tiempo, las mías... 
Pero esa estrella, un día me dió color, y me devolvió la vida. Tan radiante como ningún otro astro, y yo tan perdido como moribundos en el desierto, muerindome de amor, como si fuera de sed.
¡Era mi Dios, lo era todo para mí!
Pero un día su amor por mi se apagó, y ella se fue muriendo, y yo me fui enfriando, perdiendo color otra vez. 
Quise reclamarle que no me abandonara, que sin ella me quedaría vagando para siempre, hasta quedarme atado al olvido. Pero ella enfureció, y en un ataque de locura, como supernova explotó. Liberó tanta energía canalizada en enojo, que sin quererlo me cristalizó. No entendía el inmenso amor que le tenía, y yo no supe cómo entender su decisión. Pero así es el amor, un día somos arena y otros días simple cristal. Un día permanecemos resistiendo la vida misma, y de tantas caídas, puede que una te quiebre en mil pedazos. 
Pero el polvo vuelve al polvo. Y al final, me hice cenizas, que el viento esparció.