Tu existencia (Poesía para él I)

Cómo decirte que, cuando te veo, se me estremece todo el cuerpo... Que mis signos vitales se alteran por la proximidad de tu existencia.

Contigo el tiempo se pasa volando, y el planeta se detiene, porque soy yo, quien de repente, gira en torno a tí.

Me tienes tan cautivado que por momentos me dejas mudo. Y sólo quiero contemplarte, deborarte con la mirada. Aunque eres tú quién me pone de rodillas, con esos ojitos llenos de luz.

Si supiera lo mucho que me encanta palparte, acariciar tus manos delicadas, tu suave piel, tu rostro, tu pelo, tu todo.

Es que, no hay ninguna parte de tí que no merezca ser mencionada, porque te quiero enteramente como eres. Una persona sencilla y hermosa. Pero yo le doy vueltas, buscado tu complejidad. Quiero resolver el acertijo que escondes en lo más profundo de tu alma. Quiero sacarte del laberinto más tenebroso que se oculta en tu mente. Porque deseo que nada te perturbe ni te quite la paz. 

Nunca tuve suerte en los juegos de azar, nunca gane nada. Pero contigo me saqué la lotería.

¡Y por fin puedo decir que lo gané todo!

Tan feliz (poesía para él)

Te ví, y no pude sostener la mirada. Aunque por dentro, te penetraba con el alama. Me sentí tan pequeño, tan distante porque eras más de lo que alguna vez había imaginado. Y nunca creí ser digno de tu atención.

Pero me viste con lupa y me hiciste gigante. 

Te escuché hablarme tan dulcemente, y me transmitiste paz, atrapándome por completo. Entonces mis pensamientos se volvieron locos, mientras que, mis neuronas, hacían cortocircuito, y las sinapsis entraron en colisión.

Mi ser volvió a resplandecer. Ya que por mucho tiempo, permanecí encerrad en mi caja de Pandora.

Quien iba a pensar que eras el portador de la llave que, me liberaría de mi propio Alcatraz.

Y entonces me entregué por completo... Me envolví en tus brazos cálidos, y apoyé mi cabeza sobre tu pecho. Y al fin pude notar, como galopaba ese hermoso corazón. Latiendo desenfrenadamente por mí. 

Resulta que tú estabas embrujado por mí, pero yo era el que había perdido la cabeza... Me desequilibraste totalmente.

Y caí rendido a tus pies porque, no me esperaba para nada, que algún día, me harías tan feliz.