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jueves, 17 de marzo de 2016

Cuando me enamoré

Tú eres mi mayor inspiración.
Eres la belleza que no quiero dejar de destacar.
Haces de mi ingenio, una locura que va más allá de la comprensión.
Te deseo con codicia,
Te amo con desesperación.
Te quiero solo para mí, y no hay nadie más que te quiera tanto como lo hago yo.
Te has vuelto mi templo, la morada sobre la cual descansa mi perturbada alma.
Y he crecido tanto junto a ti, que me he vuelvo tu mismísima libertad.
Soy prisionero de tus manos suaves,
Un pobre tonto, enamorado de tus encantos.
Sin tus besos no podré vivir jamás.
Sin tus caricias ¿Cómo podría volver a despertar?
Eres mi final feliz de aquella historia trágica, que un día me arrinconó.
Aquella moraleja que quitó las vendas de mis ojos cuando ya no creía en el amor.
Eres culpable de mi maldita sonrisa, y la razón de mi paranoica mirada, que no quiere desprenderse de tus hermosos ojos.
Quiero alimentarme de aquel fuego intenso que emerge de tu interior.
Quiero despertar con nuestros cuerpos, envueltos por la pasión, guiados por nuestros pensamientos hambrientos de locuras y lujuria.
No hay otra cosa en el mundo que quisiera más que adorarte por toda la eternidad, y amarte hasta el final de los tiempos.
Deseo morir léntamente, aprisionado por tus abrazos, mientras escucho los latidos salvajes de tu corazón. 
Mientras mi cabeza yace descansando sobre tu pecho, y tu mirada, va fundiéndose con la mia, nuestros corazones cean en un perfecto sueño, del cual no habrá vuelta atrás.
Y fue tan eterno el momento de éxtasis, cuando me enamoré, que no tuvo ni comienzo ni final, que no sabía si sobreviría a tu amor o moriría por amarte una vez más.

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