No confundan mi conducta con mis genuinas intenciones.
No declaren conocerme de verdad, sin si quiera saber nada sobre lo que fui, lo que soporté y recorrí.
Las apariencias engañan, y las máscaras se caen.
¿Y cuál hay si estoy a la defensiva?
¿Si me cuido las espaldas cuando percibo la miseria humana?
Si me quejo o reniego de las adversidades de la vida, es porque me niego a naturalizar algo que está más que mal.
Y si soy tenaz y resistente como el acero, es porque yo soy muy capaz. De las caídas se aprende, y una derrota no significa nada si todavía puedo caminar.
No subestimen a una mente quebrantada, que por convicción permite malas pasadas. Todo tiene un propósito, y el mío no es que me vean de rodillas. ¡Porque creerán que me dañaron, pero yo daré la puñalada final!
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