Qué estúpido haber creído, que el poder, lo tenían los demás.
Tantos años, mártir, de mí mismo.
Abrí las puertas de mi alma, permitiendome sentir todo el dolor.
Pensando que no tenía más opción, que no había otra manera de escapar de mi propio infierno.
Dejé echo añicos los pocos deseos de ser lo que fuí.
Me volví un ermitaño miedoso, esclavo de mi soledad.
"Deje que me volvieran como ellos" me dije. Convencido de que no había justicia ante semejante crueldad. Elegí volverme fuerte cueste lo que cueste, y maté algo de mí para aquél entonces... Que ya no pude recuperar.
Era más fácil culpar a los demás.
Justificar como deshacer las equivocaciones, en un bucle infinito, del cuál nunca me pude alejar.
Caí del otro lado de la balanza, y con sed de venganza, trepe por las cadenas, para hacer justicia por mí cuenta, ya que estaba cegado.
Armé una coraza impenetrable, como diamante, como mí arrogancia.
Sólo yo tenía la razón, convencido, de que primero me habían herido. Para dar por sentado, lo justificativo de mis motivos.
Cerré las puertas de mi alma, cuando era indiferete a todo.
Pero abrí las mazmorras de mis miedos, dejando escapar lo peor que emergió de mí.
Jamás me volverían a lastimar.
Ojo por ojo, diente por diente. Está vez no iba a ser yo.
Eso creía. Con eso me convencía.
No dejar pasar a nadie más, que provenga del desierto, a mi oasis, ni aunque se arrastrara por sed.
Superviviente al colapso mental. Desafiante de mi propio reflejo,de mi sombra, como para ocultarme de la verdad.
Hipócrita constante, por aconsejar lo que nunca puse en práctica.
Héroe del mundo entero, que no se quiso salvar.
Y bien, en lo hondo de la fosa , era mi almohada, dueña de no permitir pegar un ojo, si mi mente ya no tenía frenos de urgencias.
No había manera de huir, de verme a mí mismo nuevamente. Mirándome a los ojos, leyendonos la mente.
Quitarme las ventas, Jamás fue posible. Como el suicida que quiso saltar dudando, y arrepentido pensó que todo era parte de la salida.
Y una vez acá. Aunque reconozca mi pesar y los pasos mal dados. Tengo que reconocer que es de valientes aceptar la realidad. Porque primero se supera la negación, y luego se vuelve a caminar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario