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miércoles, 13 de agosto de 2025

La piedad

Oye! Dime! 
¿Cuando fue la última vez que sentiste, qué cuando te miraban a los ojos, te acariciaban el alma? ...Que al conectar con la mirada... Realmente veías luz, en ojos ajenos.
¿No te sientes abrumado, por ser conciente de la carencia emocional, por notar la falta de empatía y misericordia, incluso de quienes, jamás pensaste que te iban a defraudar?
¿No te sientes atrapado en una realidad ficticia, que no encaja con tu manera de ser?... En un mundo hipócrita... Dónde las personas, cada vez más, fingen todo lo que viven y sienten, a tal punto de engañarse a uno mismo, incluso.
Pasa el tiempo, y observo con más detalles, los siguientes movimientos de las mismas.
Huelo con sutileza, las suspicacias, las artimañas, las mentiras, las hipocresías.
Y llegué a permitir que me clavaran los puñales de sus espaldas... Aún sabiendo que iban a venir.
Sabiendo que iban a lastimarme al final.
Y es que estuve parado en ese lugar muchas veces. Aprendí a convivir con el dolor de la traición tantas ocasiones que, ya no las puedo contar.
Sé muy bien que se siente, cuando destruyen tu confianza por completo. 
Sólo el tiempo, y el amor hacia mi mismo, lograron hacerme evolucionar.
Y aún así... busqué elegir, la mejor versión de mí. Y no transformarme en el monstruo, que algún día, sabía que iba a odiar sin compasión ni perdón.
Sé lo que se siente tragerse ese nudo en la garganta... Conozco la extraña presión sobre el pecho. Saboreé y mastique, en tragos amargos, la angustia e impotencia que se vive en carne viva... Lo sé.
Y un día, me prometí destruir a quienes me lastimaron. Le declaré la guerra a la miseria humana. Y juré volverme el mismísimo karma, para tomarme la justicia por mis propias manos.
Pero elegí la piedad. Aprendí a no comenzar ni hacerle lo mismo, a nadie, lo que jamás me gustó que me hicieran. Aprendí a ver qué todos tienen sus guerras y demonios que tratar. Y que todos somos defectuosos al mismo tiempo. Y si no, que tire la primera piedra quién esté libre de pecado.
Con dolor, me aconsejo para no fallarme, a menudo.
Porque llegué a escuchar a mi intuición con el pasar de los años. Llegué a desenmascarar falsas intenciones y falsas actitudes.
Y aprendí a volverme espejo de mi mente, y traslúcido cómo mi alma. Honesto con mis principios, sincero con mis sentimientos, inteligente con mis sueños y valiente con mis miedos. 
Aprendí a desarmar mis estrategias de combate, a escalar mis bastiones, que utilicé como fortaleza. Para no pisotear a nadie... Aún deseándolo en mis momentos más débiles, gobernado por malos pensamientos.
Estudié como desactivarme, colo calmarme y controlarme. Aprendí a no ser la bomba, que destruiría hasta los míos, si detonara. Comprendí que a la larga y al final, el devastado sería yo mismo. 
Así que... no me vean con lastima. 
¡No me subestimen! Porque si fuí bueno con los demás. Fue por incursionar en las virtudes de la piedad, al aplicarlas conmigo mismo antes.


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