Seguidores

lunes, 19 de agosto de 2013

Para mi abuela querida

Ayer me posé por primera vez en el jardín de mi casa, contemplando fríamente, a la oscura y cruel noche. La misma, que no le permitía a mis manos, alcanzar esos infinitos cuerpos celestiales.
Hermosos y resplandecientes seres de luz, que brillaban y se acurrucaban en la cima de todo el mundo, para ser apreciados por quienes realmente los necesitaban.
Era injusto que la noche me hiciera envidiarla de esa manera.
Odiarla simplemente por verla abrazar a todas esas estrellas, y de a montones.
Y negármelas, cuando lócamente me hacían tanta falta.
La noche me hablaba, y me decía que para llegar hasta ellas, no podía hacerlo físicamente. Simplemente, debía elevarme espiritualmente a través del verdadero amor.
De todo lo demás, ellas mismas se encargarían.
Entonces, mi jardín tan apenado, sin vacilar, se apiadó de mí.
Se cobró de vida para hacer que mi alma alcanzara la cima de la noche, pudiendo tomar, no todas, sino una sola estrella.
Me dijo que era esa la que me correspondía, la que necesitaba, la que contemplaba, la que quería.
Y en un abrir y cerrar de ojos, había logrado lo que deseaba. Y aún más, consguí que la estrella me hablara.
Ella esperaba que le dijiera lo que necesitaba. Aquello que ocurría en mi interior, y afligía a mi corazón.
Fue ahí cuando estropeé su hermosa túnica cristalina con mi primera lágrima.
En ella, estaba grabado el nombre de mi abuela.
Era un mensaje, que con mucho entusiasmo, le decía a la estrella, cuánto la extrañaba y la necesitaba. Cuánto me hacía falta en mi vida.
Y allí mismo, la estrella me acunó en su regazo, y me sonrió con dulzura.
Podía ver cláramente que tenía un rostro muy familiar.
Y entusiasmádamente reaccioné, logrando ver, a través de esos mantos celestiales, a mi “ABUELA”.
Ya había logrado comprender por qué mi jardín me decía que esa era mi estrella. La que me correspondía, la que necesitaba, la que contemplaba, la que quería.
Simplemente entendí, que allí se encontraba mi abuela, y que simplemente, siempre podía contar con ella.
Lo único que debía hacer, era desearla y anhelarla todas las noches, para volverla a ver brillar, por encima de mí y de todo el mundo. Para saber que siempre iba a estar ahí presente, vigilándome y cuidándome. Iluminando todo mi camino, con su amor infinito y eterno.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario