Seguidores

lunes, 20 de enero de 2014

La triste verdad

Hoy derramo más de diez mil lágrimas, que estropean las maderas de tu féretro.
Las mismas que hunden mi barca por las noches profundas. Las que me arrastranfácilmente, mar adentro.
Me doy cuenta de que estas lágrimas son muchas más, que las sonrisas que contigo pude compartir.
Mientras estabas junto a mí, jamás lo entendí hasta que te perdí.
Ahora, en tu ausencia, me haces tanta falta,
Y lo único que puedo hacer es llorar por ti.
Sólo puedo recordarte cada noche nostálgica, y recrear recuerdos para que se paseen frente a mí.
Desearía tanto volver a verte, sin importar las circunstancias ni el tiempo que pase, y así, contigo poderlo compartir.
Soy capaz de entregarte lo que queda de mí, ¡lo más valioso!
Para recuperar ese instante que contigo jamás viví.
¡Qué maldita verdad, es la que penetra lo más profundo de mí!
Verdad que todos entendemos demasiado tarde.
Somos egoístas sin darnos cuenta. 
Y al fin y al cabo, lo que más amamos, tarde o temprano, se pierde.
Que egoísta que fui por no darte tanto valor.
Tiempo, dedicación, amor, compañía, amistad.
Tantas cosas pude dar y tantas cosas me guardé. Y hoy no sirve de nada que te las quiera dar.
Como desearía que cualquier lección que tenga que aprender, sea comprendida antes de que tenga que perder algo.
Si tengo que perderlo, que no sea lo que más valoro.
Prefiero felicidad a que cualquier montaña de cristal o de oro.
¿Cuándo es que uno se quita las vendas
 De los ojos sin tener nada que perder?
¿Cuándo es que aprendemos a aprovechar
 El momento que mañana ya no podrá suceder?
Es que “HOY” cuando tengo que aprovechar esa ocasión, porque tal vez mañana, pueda estar pasando por el más doloroso “ADIÓS”. 
No deseo que ocurra, pero es lo que en realidad pasa a diario.
Cada día es igual y ni siquiera podemos notarlo.
Los días pasan sin comprender que el tiempo también se pasa, y entramos en razón, lamentablemente, en el pasar de los años.
Te recuerdo ahora que puedo hacerlo, y me pregunto:
¿Cuántas veces te has ido y no te he dicho adiós?
¿Cuántas veces me senté a escucharte
Y me esmeré en no criticarte?, ¿En tratar de ayudarte a encontrar una solución?
No recuerdo muy bien cúando fue la última vez que me pude acercar a ti, y darte mi mejor abrazo.
No lo recuerdo. Y me digo a mi mismo:
“Ni siquiera alcanza una mano para poder contarlos”.
Tan miserable soy, que te pude conseguir un millón de flores. Te pude comprar una mansión y vestirte de seda fina.
Te lo pude conseguir todo. Hasta un ataúd de rubíes y de oro.
Y con suerte te pude llegue a decirte los tres “TE AMO” en tu vida.
El “TE AMO” de la inocencia, de las mariposas en la panza;
El “TE AMO” de los valientes que se unen con fidelidad,
 Y El “TE AMÉ” cuando ya no tenemos a esa persona tan amada.
Tan irónico son los tres amores, pues he creído que el primero era el más hermoso, y el segundo, el verdadedo.
Pero no hay nada más genuino que el tercer amor. 
El que te dice cuanto amabas a esa persona de verdad, cuando ya no esté presente en tu mundo.
Puedo contarte un millón de cosas que no hago bien, y una sola cosa que hago a la perfección: Pensar en mí.
Pude verte actuar en el resto de la filmación, pero la película siempre se ha tratado de mí.
Y al final me cuestiono a mi mismo si merezco preguntarme: ¿Por qué me pasó a mí?, ¿Merezco preguntarlo?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario