Hoy derramo
más de diez mil lágrimas, que
estropean las maderas de tu féretro.
Las mismas
que hunden mi barca por las noches profundas. Las que me arrastran, fácilmente, mar
adentro.
Me doy
cuenta de que estas lágrimas son muchas
más, que las sonrisas
que contigo pude compartir.
Mientras
estabas junto a mí, jamás lo entendí hasta que te
perdí.
Ahora, en tu
ausencia, me haces tanta falta,
Y lo único que puedo hacer es llorar por ti.
Sólo puedo recordarte cada noche nostálgica, y recrear recuerdos para que se paseen frente a mí.
Desearía tanto volver a verte, sin importar las
circunstancias ni el tiempo que pase, y así, contigo poderlo compartir.
Soy capaz de entregarte lo que queda de mí, ¡lo más valioso!
Para recuperar ese instante que contigo jamás viví.
¡Qué maldita
verdad, es la que penetra lo más profundo de mí!
Verdad que
todos entendemos demasiado tarde.
Somos
egoístas sin darnos cuenta.
Y al fin y al cabo, lo que más
amamos, tarde o temprano, se pierde.
Que egoísta
que fui por no darte tanto valor.
Tiempo,
dedicación, amor, compañía, amistad.
Tantas cosas
pude dar y tantas cosas me guardé. Y hoy no
sirve de nada que te las quiera dar.
Como
desearía que cualquier lección que tenga que aprender, sea comprendida antes de que tenga que perder
algo.
Si tengo que
perderlo, que no sea lo que más valoro.
Prefiero
felicidad a que cualquier montaña de cristal o de oro.
¿Cuándo es
que uno se quita las vendas
De los ojos sin tener nada que perder?
¿Cuándo es
que aprendemos a aprovechar
El momento que mañana ya no podrá suceder?
Es que “HOY” cuando tengo que aprovechar esa ocasión, porque tal vez mañana, pueda estar pasando por el más
doloroso “ADIÓS”.
No deseo que
ocurra, pero es lo que en realidad pasa a diario.
Cada día es
igual y ni siquiera podemos notarlo.
Los días
pasan sin comprender que el tiempo también se pasa, y entramos
en razón, lamentablemente, en el pasar de los años.
Te recuerdo
ahora que puedo hacerlo, y me pregunto:
¿Cuántas
veces te has ido y no te he dicho adiós?
¿Cuántas veces
me senté a escucharte
Y me esmeré en no criticarte?, ¿En tratar de ayudarte a encontrar una solución?
No recuerdo
muy bien cúando fue la última vez que me pude
acercar a ti, y darte mi mejor
abrazo.
No lo
recuerdo. Y me digo a mi mismo:
“Ni siquiera
alcanza una mano para poder contarlos”.
Tan
miserable soy, que te pude conseguir un millón de flores. Te pude comprar
una mansión y vestirte de seda fina.
Te lo pude
conseguir todo. Hasta un ataúd de rubíes y de oro.
Y con suerte
te pude llegue a decirte los tres “TE AMO” en tu vida.
El “TE AMO” de
la inocencia, de las mariposas en la panza;
El “TE AMO” de
los valientes que se unen con fidelidad,
Y El “TE AMÉ” cuando ya no tenemos a esa
persona tan amada.
Tan irónico
son los tres amores, pues he
creído que el primero era el más hermoso, y el segundo, el verdadedo.
Pero no hay
nada más genuino que el tercer amor.
El que te dice cuanto amabas a esa persona de verdad, cuando ya no esté presente en tu
mundo.
Puedo
contarte un millón de cosas que no hago bien, y una sola
cosa que hago a la perfección: Pensar en mí.
Pude verte
actuar en el resto de la filmación, pero la
película siempre se ha tratado de mí.
Y al final me cuestiono a mi
mismo si merezco preguntarme: ¿Por qué me pasó a mí?, ¿Merezco preguntarlo?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario