Con la mente en blanco y el cerebro lleno de materia gris, se desnuda el alma de un poeta, que se interna en la búsqueda del legendario elixir.
Y entre líneas de tinta, formula ecuaciones, que respondan a las incognitas que no lo dejan dormir.
Reflejando lo que fué y lo que puede llegar a ser, al quitarse cada una de sus máscaras, al escribir.
No habla de lo que es, porque lo que es, es demaciado maleable. Ya que la experiencia le demostró, que en la vida todo cambia, que todo es invariable, y que nada es inmutable.
Que uno es un sujeto cognoscente, realizando alquimia transcendental, al buscar la inmortalidad de su nombre. Y quiere que perdure en la mente de alguien más, porque su vanidad así se lo impone.
Su carcinoma... el maldito egocentrismo, que lo devora como si fuese un gusano intestinal.
Su metástasis... aceptar el reflejo de su espejo, al vertir en el papel, todas sus palabras con auténtica sinceridad.
No es mañana cuando deberías estar haciéndolo. ¡Apresúrate antes de que raye el alba! Después será el momento en que, todo ser humano, deberá sentirse realizado por completo.
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sábado, 11 de mayo de 2019
Verso XXV
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