Desaté un caos en mi cabeza, y terminé gatillando pensamientos de mierda, que me perforaron el alma a quema ropa.
Y quise huir de mi miseria, llenando esta libreta, mientras me desengraba, gota a gota.
Y es que, mis ángeles y demonios, no quisieron dar tregua. Sabían que buscaba una escapatoria, y me ofrecieron una salida ambigua.
A puño y letra, asesiné al poeta... no sin antes de romper el lápiz, que me vió nacer. Plasmé en el papel, la propuesta de la muerte, quien esperaba ansiosa, por la búsqueda de mi ser.
Prendí mi último cigarrillo, para llenar el vacio del vicio, que me lo pedía con desesperación.
Mientras que las puertas del infierno se abrían, para alejarme de la redención.
Y en grados Fahrenheit, ardió mi alma, junto a mi último escrito, que tampoco tuvo salvación. Y al matar a mi monstruo interno, que mantuve cautivo. Sólo así, conseguí la absolución.
No es mañana cuando deberías estar haciéndolo. ¡Apresúrate antes de que raye el alba! Después será el momento en que, todo ser humano, deberá sentirse realizado por completo.
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miércoles, 22 de mayo de 2019
Verso XXVIII

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