Sagitario y sagitario, entre arcos y flehas, dieron en el blanco. Y con buena puntería, atravesaron por completo a cupido, hasta alcanzar nuestros propios corazones.
Mi flecha jamás había sido tan fulminante. Pero la tuya me aniquiló en un instante.
De rodillas caímos rendidos, sintiéndo los latidos sincronizados del uno y del otro.
Y de nuestro interior, un hilo rojo, de extemo a extremo, se conectó.
Un par de átomos perdidos, que creían que del agujero negro, no era posible escapar. Y de golpe, por impacto, de la nada misma, nos fugamos, y una super Nova emergió.
Dos ángeles caídos, buscando el perdón, dos almas en pena, buscando la salvación. Y de golpe, nuestra colisión, dando lugar a una nueva cosmovisión.
Por un momento me pude ver a mi mismo. Y estaba convencido que percibias lo mismo en tu interior.
Confundidos, nos pusimos de pie. Y mientras caminabas hacia mí, sin darnos cuenta, ya estábamos dando los mismos pasos.
¿Acaso será que en este basto universo, nuestros astros ya estaban predestinados a estar alineados?
Nuestroa ancestros, meditando sobre el ying y el yang de dos reencarnaciones de nuestro yo pasado.
Cómo narciso, contemolandose en el estanque, y amando a su propio reflejo sin importar su imposibilidad.
Somos el reflejo del espejo de nuestro ser, refractando nuestra verdadera esencia, sin poderla ocultar.
Porque nuestros ojos son el oráculo, y no podemos engañarnos a nosotros mismos.
Es por eso que sabes lo que pienso, cuando clavas tu mirada penetrante. Pero al mismo tiempo yo te decifro, porque mi intuición no tiene límites.
¡Siempre tuvimos la razón!
Dos Espartanos, batallando con furia, igualados.
Dos entidades de magnitudes colosales, que al fusionarse, sobrepasan a la séptima dimensión.
Yo no creo en las coincidencias, y se que tu me crees a mí.
Y si has aceptado mis mentiras, es porque sabías, que a propósito, en las tuya, yo caí.
Un rompecabezas de dos piezas... una naranja completa echo realidad... Dos 25 noviembre en un mismo día... Una simbisois perfecta, dónde sin el otro, no hay nada más.
Y estos hilos rojos, que aún nos mantienen unidos, nos hablaron una vez de la eternidad. Y cuando sea el momento de partir, en la otra vida, nos reencontrarnos, porque nacimos para el otro, predestinados a coexistir.
Ni la vida ni la muerte nos pondrán fin. Porque somos punto y seguido. Y luego, seguimos siendo ideales, quimeras, utopías reales. Yo para tí y tu para mí, en el infinito que recorre nuestros hilos, rompiendo horizontes, para volver a encontrarnos otra vez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario