No es posible poder
vivir sin tu mirar, y no podré caminar si no estás a mi lado.
Necesito respirar el aire que tú suspiras, y sentir desesperadamente que tu piel no me deja
de acariciar.
Es que no me alcanza con saber que algún día te tuve, sí lo que realmente quiero es tenerte de nuevo, como en aquel sueño
imposible.
Que se caigan todas las estrellas del cielo que te
prometí hace una eternidad; y que se marchiten,
si ya no te vuelvo a ver, aquellas rosas que decoramos en tu desolado ventanal.
No me obligues a perseguirte, ciegamente, por el
sendero de los sueños.
Te imploro que me dejes envejecer junto a ti, y
volverte mi propio féretro.
Que se apaguen los amaneceres si no nos reciben juntos y desarmados en mi
lecho.
Que todos vean
la tempestad que provoca la herida que has dejado abierta en mi pecho.
Que se queden sin alas las blancas palomas que revolotean sobre tu
balcón, para que veas que tan lejos puede llegar, sin ti, mi débil corazón.
Solo quiero amarte locamente, amarte en un paraíso que no tenga fin.
Que se hagan añicos los tristes recuerdos de tu ayer, sin dejar huellas, perdiéndose en el jardín de los recuerdos, como lo hacen las estúpidas mariposas.
Que las cenizas
de mi vida se confundan con las viejas paredes de mi morada, y que jamás pueda notar vivencia alguna de tus aventuras
pasadas.
Necesito desgastarme a tu lado y ver como tus locuras mueren con las mías.
Quiero ser el manantial, que sacie tu sed de amor
por las noches y a plena luz del día.
Necesito
crecer junto a ti, ser tu universo y tu razón de existir.
Poder creer en Dios y culparlo por
ese regalo que hoy no soporto ver partir.
Te
ruego que, a donde quiera que vayas amor mio, te lleves mi vida contigo para que, al menos, pueda morir sabiendo que te hice compañía.
Si tu no estás a mi lado, cada suspiro es
una lenta agonía.
Tan
solo ten piedad y no lastimes a mi alma, que sólo busca dejar de sufrir.
¡Olvídame, solo olvídame!, ¡Pero no me dejes
morir!