Cuando el tiempo sea quien lo determine, y sea yo quien lo disponga, buscaré por todas partes, a una persona muy especial.
Una persona que no me quiera, si no que me ame con todo su ser.
Será la mujer ideal,
la dama que ponga de cabeza a todo mi universo.
La joven que no puedo dejar de contemplar en mis más hermosos sueños. Sueños interminables con
ella, sueños que son eternos.
Tendrá una sonrisa que me
enloquezca,
Que brille y resplandezca más que cualquier estrella.
Solo esperaré una cosa de
sus labios... ¡Que en mis labios dejen huellas!
Imposible será dejar de
verla, pues solo tendré ojos para ella.
Juzgaré a esa obra de arte, y la apreciaré como la más bella de todas.
No desprenderé mi mirada de
la suya, de sus ojos que solo emitirán luz.
Naufragaré cuando me pierda
en su inmensidad, y tendré eterna gratitud.
Sin importar el cuerpo que posea, aprenderé
a apreciar su perfecta escultura.
Por fe, las curvas no
valdrán nada para mí, pero con certeza, afirmaré que me llevarán a cometer cualquier acto de
locura.
Cuando toque su pelo lo
asimilaré con arena suave y fina, y clavaré esa sensación en
mi piel, como si una rosa me estuviera clavando una espina.
Su vos será tan dulce y
encantadora, como la melodía que recibe un niño, al ser acunado en los brazos de su mamá.
Me atraerá como el canto de
las traidoras sirenas, y podré decir que,
¡Hermosa como tu vos, ninguna
otra vos habrá!
Ese es mi deseo mujer, que
tú seas la voluntad que tanto esperé.
Que no seas igual a nadie más, si no que, única y diferente, es así como te amaré.
Mientras tanto seguiré
remando contra la cruel marea, pues créeme que yo te
esperaré, porque sé que con el tiempo aparecerás.
De todos los males
ocasionados me vas a curar.
Mujer de corazón sincero, de
labios que sólo dicen la verdad.
De cuerpo de una sola
persona, y de ojos que sólo a mi me observarán.
¡Mujer de mis sueños y salvación
que me dará consuelo!
¿Dónde es que tú estás?
¡Que
este sueño no sea eterno!
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