Ya
hace tiempo que me encuentro caminando,
Acompañado
de la fría soledad y en el medio del olvido. Buscando
alguna razón, buscando algún motivo, tratando
de hallar la cura para este mal cautivo.
Tan
grande es mi agonía,
¡Oh, sí, Tan grande es mi dolor.
Pensé
en morirme algún día, para
conmigo también llevarme su amor.
Yo
siempre la he amado, y solo Dios sabe cuánto la he querido. Le prometí amarla por siempre, y me convertí esclavo de las palabras que he dicho.
Vivir
tan sólo una eternidad, en
un sueño del cual juramos jamás despertar. Y volviendo
testigo, a la luna observadora, de las locuras que pretendíamos cometer, sin ponerle un freno a nuestra libertad.
Por
querer cumplir con esa delicada promesa, mucho
tiempo he permanecido dormido.
En
lo mas hondo de mi alma, la mantuve oculta para hacerla solo mía, y al buscarla en una de aquellas noches, se perdió en el lecho de un profundo abismo.
Noté
que su piel se hizo ausencia eterna una mañana temprana, y que las horas se volvieron arrugas en mi alma.
Con
una herida en mi pecho, mi corazón se secó, y de a poco se fue apagado.
Su perfume, que tanto me mantenía cautivo, se desvaneció de mi cama, sin dejarme nada de ella.
Una
noche oía a mis heridas murmurar en secreto,
y sin aviso, atentaron contra mí, al brotar el alba.
Caí
en la cruel trampa de las artimañas del olvido,
Dando
la tajada perfecta en lo más profundo de mi alma.
Un
día desperté sin ningún ayer, y a lo lejos, a penas se notaba un mañana.
Muy
distante, noté aquel sentimiento culpable, y sin piedad me atreví a darle la espalda.
Borré las huellas que dejé en mi memoria, y vertí en el viento las cenizas que me hirieron.
Una
promesa, yo he jurado por amor, pero
junto con mi amor, hace tiempo se perdieron.
Tanto le
prometí, tango amor le juré, pero junto
con el tiempo, ella ha desaparecido.
Una promesa
yo le he hecho, y yo de eso no
me olvido.
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