Seguidores

miércoles, 7 de mayo de 2014

Despierto de nuevo

Un millón de disculpas no bastan, para reparar este inmenso dolor que me has causado.
¿Cómo puedes remendar este tiempo de soledad con el qué me has estado pagando?
Ya me cansé de dejar, cada lágrima, en el profundo océano que esconde mi almohada.
El temor de que nuestro amor se seque, como aquellas desoladas lágrimas, cada vez crece, y se alimenta de mis crueles pensamientos que no me dejan vivir en paz.
Me equivoqué una vez, tal vez dos o tres.
¡Pero juro por Dios, que este mal no merezco!
Y si he de merecerlo, ¡Ya lo escarmenté!
Nadie te amará jamás en esta vida, y en ninguna otra, como en este mismo momento, aquí en medio de la noche, te estoy amando yo. Con tanto dolor, con tanta pasión.
Es tan fácil toparme con tu camino, y es tan difícil que te encuentres junto a mí.
Verte cara a cara, tomando unas cervezas y matando unos cigarrillos, en la quietud de la oscuridad.
Tan posible es saludarte y mirarte, y contarnos nuestras insignificantes vidas.
Tan fácil es todo contigo... 
Lo difícil es hacerlo como si nada hubiese pasado entre nosotros dos.
Daría cualquier cosa en el mundo, con tal de acabar con tanta autodestrucción;
Porque lo que circula por mis venas, y lo que bombea mi corazón, 
Ya no es vida... Ya no es amor...
Quisiera que te borraras de mí para siempre, sin tener que ser yo quien tome esa decisión.
Quisiera que nunca haya sucedido nada entre nosotros, sin siquiera tener que pensarlo.
Mi dolor forma parte de tu amor. Ambos son complementos que no se pueden separar.
Y ya ha pasado tanto tiempo, que he aprendido a coexistir con la angustia, en medio de este enigmático amor.
Me acostumbré a sentir tu piel junto a la mía, y me cansé de soñarte junto a mi cama, como si en verdad fuera a pasar.
Me inventé un mundo posible junto a ti, que ya no hace falta que estés aquí conmigo.
¿Con qué poción me has embrujado qué ya no puedo distinguir entre lo correcto y la locura?
No puedo seguir en pie, si al menos tu nombre no se escapa de mi boca.
Creí que nunca volvería a enamorarme de nuevo, que sólo debía estar para tí.
Pero eso ya no era amor. Ni siquiera obsesión... Era mi perdición...
Cansado de oír canciones dirigidas a “¿Vaya uno a saber para quién?”. Ignorando la respuesta que mi alma se sabía de memoria.
¡Tan fácil es fingir que todo va bien! Pero si el espejo mostrara como en verdad siento, mi propio reflejo se desvanecería eternamente.
¿Cómo es qué no ven mi agonía?
Grito como loco, en el interior de las cuatro paredes de mi mente, tratando de conseguir que alguien me escuche y me libere.
Quisiera que ese héroe sea esa persona, pero despierto, y me encuentro con la cruda realidad.
¡Qué tonto que soy! Si es mi propia encarcelación, mi atadura y mi esclavitud.
Es el verdugo con su guillotina, de la cuál no escondería mi cabeza.
Dejaría mi alma en sus manos, a pesar de que con ella haga lo que le plazca.
A veces me imagino que todo es distinto, que se da cuenta, de que solo yo soy su vida.
Imagino que juntos somos felices.
Entonces mi agonía, se hace alegría certera, que promete cumplir cualquier promesa.
Engañado, me encierro en esa fantasía, hasta que lentamente bajo de las nubes, y aterrizo de golpe contra lo más duro del suelo.
Despierto de nuevo con ese rostro amargado, buscando la respuesta a esa pregunta que solo el destino se tiene entre manos.
Despierto una vez más, con el mismo vacío de siempre, y dispuesto a seguir soñando... A seguirme engañando.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario