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martes, 29 de enero de 2019

La obra

Y se abre el telón, cuando observo los primeros rayos de luz, tocar las ventanas, de la ciudad. El despertador sacude en estampida, a las masas que quiere vivir mil años más, y a las que ya no quieren volver a despertar.
La obra acaba de iniciar...
¡Es hora de actuar! ¡Qué cada quien se ponga sus caretas... Que escojan el vestuario, que hay un espectáculo nuevo que tenemos que presentar!
El título de la obra: ¡Soy muy feliz, y a todos se los tengo que demostrar!
Y en el vaivén de los peatones, que circulan por las avenidas de la gran ciudad... Se busca al público que aplauda más fuerte, en este concurso, de quién brilla más.
Mil fotos por aquí, sólo una va al Instagram... Un discurso de humildad por Twitter, para un drama que emerge de la vanidad.
A veces se confunden las libretas, y en un accidente desprevenido, se caen las caretas.
Algunos mienten tan mal... otros parecieran que nunca dijeron una verdad.  Y sólo, quién no pierda sus papeles, actuará un día más.
Y al llegar la noche, el espectáculo está por finalizar.
Cuando se sincronizan los despertadores, como lo es de manera habitual, se llega a una autocrítica final.
¿Quién destacó mejor que los demás?
Se compraran las diferentes actuaciones, y se busca saber del pasado, si hoy se fué más felices que ayer... O si la felicidad nos estará esperando en un futuro cercano.
¡Y cuando se cierra el telón! Cada cual se quita sus caretas, reflejando la escencia que no podemos negar. Sonrisas desgastadas, y vestuarios descosidos, que mañana puliremos para volver a brillar.

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