No mires hacia atrás. El dolor tiene que quedarse donde te encontró, en este recorrido hacia lo desconocido. Pero tus cicatrices te harán compañía, recordándote aquellas antiguas heridas. Sabrás entonces, que un día lo malo se irá, y volverás a caminar.
Nadie te volverá a lastimar. Eres dueño de tus recompensas.
Eres libre de elegir que le suma o que le resta a tu vida. ¡Y si no sabes que hacer, huye!, ¡Sal corriendo tan rápido como puedas! Qué las dudas no te estanquen en el pantano, que tratará de hundir tus sueños. Mantén la línea recta. Ya sabes cómo levantarte si tropiezas. Tienes las herramientas necesarias en tus manos.
Y tienes una voluntad forjada, en las entrañas de la miseria. Tuviste que sufrir, pero nadie penetrará en esas corazas, revestidas de sacrificio.
Qué tu visión no se aparte del éxito. Y que tú razón no confunda los fracasos con el final de todo. Qué tu entendimiento comprenda, que aunque pierdas las batallas, la conquista está, en librarte de la guerra. Y al final de todo, si verás hacia atrás. Para ver de dónde provienen las raíces de los frutos, que cosechaste con arduo trabajo. Pese a los terribles inviernos, las sequías más despiadadas y las tormentas que intentaron ahogarlo todo.
No es mañana cuando deberías estar haciéndolo. ¡Apresúrate antes de que raye el alba! Después será el momento en que, todo ser humano, deberá sentirse realizado por completo.
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miércoles, 9 de enero de 2019
Poesía III
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